Presencia de magia,
cariño inspirado
a crear, dar, alegrar…
Sonrisa que invita a pintar,
sobre el cielo de azul puro,
un sol radiante.
Rosa que el Principito ama,
en un pequeño planeta sin
nombre,
en algún confín de la galaxia…
Sólo a ella se la ama así:
única,
especial,
entre todas las rosas del jardín.
Abrazo que acoge, acuna y sana,
reflejos de purpurina,
luz violeta, rosácea,
elegantes tonos de aquella danza sagrada,
expresando lo divino sobre la Tierra.
Tejiendo ese hilo entre ideas de Platón
y el mundo tangible…
…cual hada madrina,
haciendo reales los sueños.
Nieve Andrea, Enero 2018
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