Sunday 12 May 2019

ALLÍ

Entre manos blancas y pies de luz,
el mar rodea cada recoveco,
el Amor fluye en libertad,
en fuego, en juego.

En gratitud y risas,
sanando la vida,
soltando el dolor...

Antiguas memorias de palacios,
y dragones asiáticos,
y refugios eternos.

Donde los miedos se extinguen,
los abrazos se expanden,
y florecen sonrisas...

Allí te encuentro.   



Nieve Andrea
24 Abril 2019

Thursday 2 May 2019

Barbacoa o Sueños del Pasado


<<Ayer tuve una pesadilla. Ya no estaba con la tribu; de pronto, me vi rodeada de enormes montañas cuadradas, llenas de agujeros tapados por algo que relucía al sol. Pero eso no era lo peor: había ruido, mucho ruido. Allá lejos lo producían unos seres –no creo que fuesen animales, porque la gente viajaba dentro de ellos, y se deslizaban rugientes por pistas oscuras entre las colosales moles de piedra cuadrada- que echaban humo, y que también brillaban al sol, como si tuviesen una coraza de insecto; más cerca, a mi alrededor, el ruido lo paseaban personas tremendamente agitadas en torno a lo único que reconocí por haberlo visto en quemas accidentales de trozos de bosque, en algunas tormentas: fuego. Pero estas personas, que se tapaban casi enteras con algo de colores (al principio creí que era un cambio extraño en la piel –como las montañas en su forma-, luego vi que no), controlaban la vida ardiente de las llamas a su antojo, y jugaban a gritos a su alrededor. Me pregunté con qué objeto tenían cautivo al salvaje fuego, y qué hacían con tanta algarabía, pero no le hallé respuesta.

De pronto me llegó un olor distinto. No era el del humo, ni el del lugar en que me encontraba: era ese olor característico que tiene una herida grande recién abierta; yo lo sabía bien porque hace un año me caí de un árbol y mis hermanos tuvieron que llevarme durante unos días en brazos aquel trozo de camino que seguía la tribu en busca de agua.

Luego lo vi: alguien trajo una herida grande, dos, tres. No es que las tuviese él en el cuerpo; eran separadas. No me cabía en la cabeza lo que estaba viendo, y más cuando escuché que eran de cordero. ¿Le habían hecho heridas a un animal y se las habían arrancado así, de cuajo? ¿Qué pretendían con aquello; dónde lo sagrado de cada ser?

Tuve que cerrar los ojos; el dolor se me comía. Echaron las heridas sobre el fuego; aquello fue aún peor; sentí en todo mi cuerpo la quemazón de la carne viva y al fuerte calor de las llamas. Nadie se había percatado de mi presencia; ellos seguían entusiasmados con el espectáculo con el que yo tanto sufría.

Y el propósito final, el más macabro, fue devorar ávidamente los pedazos de aquel dulce ser al que habían martirizado…>>